Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.
Tengo vergüenza de mi boca triste
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.
Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.
Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano...
Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender al río
la que besaste llevará hermosura!
Fotografía: Sasha Huttenhain
Poema: Gabriela Mistral
Poema: Gabriela Mistral
4 comentarios:
la belleza dejada sin más por la mirada, esa mirada,
besos
Tienes un buen gusto, Capri.
Que tu sonrisa, siga donde está.
Besos.
La belleza de un alma no se viste con telas ni piel, se muestra con sentimientos y miradas de sinceridad.
Un gusto visitar tu blog. Saludos
Juan Carlos.
Eu sinto a tua falta... minha amiga! Te deixo um beijo de boa noite!
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