Es un placer lanzarse al agua que fluye límpida y fresca de sol:
a esta hora no hay nadie.
Al rozarlas, las cortezas de los chopos te hacen estremecer
mucho más que el agua crepitante de un chapuzón.
Bajo el agua todavía está oscuro
y hace un frío que pela, pero basta emerger al sol
y se vuelven a mirar las cosas con ojos lavados.
Es un placer tenderse desnuda sobre la hierba ya caliente
y buscar con los ojos entornados las grandes colinas
que sobrepasan los chopos y me ven desnuda
y nadie de allí se percata. Aquel viejo en ropa interior
y sombrero, que iba de pesca, me ha visto zambullirme,
pero ha creído que era un muchacho y no ha dicho ni pío.
Esta noche regreso como mujer, vestida de rojo
-aquellos hombres que me sonríen por la calle no saben
que ahora estoy tendida aquí, desnuda-, regreso vestida
a recoger sonrisas. Aquellos hombres no saben
que esta noche tendré caderas vigorosas bajo el vestido rojo
y seré otra mujer. Nadie me ve aquí abajo:
y más allá de las plantas hay dragadores más fuertes
que aquellos que sonríen: nadie me ve.
Son necios los hombres -esta noche, bailando con todos,
será como si estuviese desnuda, como ahora, y nadie sabrá
que podría encontrarme aquí sola. Seré como ellos.
Tan sólo que, los muy necios,
querrán abrazarme estrechamente,
susurrarme pícaras proposiciones.
¿Pero qué me importan sus caricias?
Sé hacerme caricias yo sola.
Esta noche deberíamos poder estar desnudos y vernos
sin pícaras sonrisas.
Yo sonrío sola al tenderme aquí entre la hierba y nadie lo sabe.
Cesar Pavese
3 comentarios:
Quizás estes hablando de una sirena, que en tierra firme solo desea jugar.
Besitos Capri
Has elegido un texto estupendisimo, la lastima es no poder leer tu vena artistica , erotica y literaria.
Pero la selección que presentas en tu blog es de lo mejorcito que he leido.
Soy nueva por aquí, con tu permiso, me acercare a menudo.
Un abrazo
Hermosa tu entrada.
Disculpame por tardar en comentarte.
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